
Carlos Espinosa Domínguez,
Miami
Hace un par de semanas, un conocido teatro habanero acogió el estreno de un insólito
montaje de la Fedra de Eurípides. Lo más anticonvencional de la propuesta
no radicaba, sin embargo, en que el lenguaje verbal hubiese sido reemplazado por el danzario, ni que la historia se desarrollara
en el Caribe en lugar de en Grecia, sino que estaba interpretada por bailarines cuyo peso promedio es ¡100 kilogramos!
El nombre mismo del grupo que la presentó, Danza Voluminosa, es expresivo de su estética:
"hacer una danza para el cuerpo voluminoso, asumiendo la realidad palpable de sus adiposidades y extratallas". Lo dirige Juan
Miguel Mas, 35 años y unos 100 kilos, quien define así el propósito artístico-terapéutico del proyecto: "Danza Voluminosa
le ha dado la posibilidad de participación artística a sectores humanos un tanto marginados, sin que tengan que renunciar
a sus volúmenes, permitiéndoles exteriorizar su espiritualidad a través de la danza". Mas comenta que se inspiró en pintores
como el colombiano Fernando Botero, y cuenta que quería formar un grupo que demostrara que "los gordos también pueden asumir
papeles de diferentes tipos y tomara en cuenta temáticas de nosotros, los gordos, que incluyeran nuestros problemas, nuestra
belleza, nuestra estética. Defendemos este criterio, pero no estamos a favor de la obesidad. Formamos a personas que ya están
gordas para darles una solución a sus problemas. Quienes ingresan al grupo son gordos que tienen necesidad de expresarse a
través de la danza, no son bailarines que se pusieron gordos". Y ésos son precisamente los dos requisitos necesarios para
ingresar a Danza Voluminosa: ser gordo (no se establecen límites de peso: algunas mujeres alcanzan los 150 kilos) y querer
expresarse a través del movimiento. La constitución física de los bailarines condiciona, no obstante, las coreografías. Se
evitan así los saltos, para evitar lastimaduras en los talones, aunque "sí hay elevaciones y levantamientos a partir del centro
del cuerpo, buscando apoyo sobre dos bailarines".
Hoy resulta lejana la primera actuación del grupo en 1996, ante el público escéptico y dispuesto
a reírse a carcajadas que acudió al estreno de Adahonla. Favorecido por el respaldo de espectadores y críticos, Danza Voluminosa
contó para el montaje de Fedra con un equipo artístico de lujo: Ramiro Guerra (coreografía), Miriam Dueñas (vestuario), Eduardo
Hernández (escenografía), Carlos Repilado (diseño de luces), así como con el respaldo económico del Consejo Nacional de las
Artes Escénicas y la Danza. La tragedia de Eurípides ha
sido cubanizada, y gracias a ello Afrodita es al mismo tiempo Ochún, la diosa del amor y la sexualidad. También se modificó
el final de la historia: Fedra e Hipólito resucitan, en medio de una fiesta danzaria en la cual las mujeres de rollizos cuerpos
se mueven armónicamente, sin inhibiciones ni complejos. La Fedra
de Danza Voluminosa es además audaz y provocadora, e incorpora algunos desnudos y un strip tease de Fedra, personaje que es
interpretado por un hombre. El espectáculo reúne, en total, una veintena de bailarines en el escenario, que suman en total
casi dos toneladas.
Encuentro, 14 de febrero
del 2001
Extraído
de:
http://www.habanaelegante.com/Summer2001/Ecos.html
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